Desarrollo Agrario Integral


Desarrollo agrario, punto clave para la paz

Fotografía tomada de la Revista Semana 
El actual proceso de paz tiene en su agenda como primer punto a tratar el desarrollo agrario integral. El progreso de la tierra ha estado invisibilizado en el tratamiento del conflicto armado y en la visión de desarrollo económico y social, que se impone como uno de las semillas relevantes para que germine la paz en Colombia.

Grandes interrogantes surgen a partir de estos nacientes diálogos con las Farc, como la legitimidad del Estado en la población rural; territorios donde se ha hecho más presencia militar que política y social (en términos de salud, educación, mejoramiento de calidad de vida, etc), proyectos que beneficien a la población civil y el desarrollo del país.
Este tema pone en cuestión también el mismo origen de las Farc, cuya motivación primera se fundamenta en la falta de oportunidades de vida y trabajo en el campo. Activa a su vez, la responsabilidad de este grupo armado en despojos masivos de tierras y desplazamiento forzado.

Campesinos, en una tierra ajena


La tierra ha sido desde el surgimiento de las Farc en 1964, el escenario del conflicto, no sólo aquel donde explotan bombas y se contabilizan cifras de muertos, sino donde la violencia y la diferencia política ha ocupado el terreno de las oportunidades en Colombia, el sector agrario.

Según el PNUD Colombia se ubica como uno de los países más desiguales en propiedad rural en América Latina y el mundo, con un coeficiente de Gini de 0.85, en dicho estudio 1 significaría que toda la tierra pertenece sólo a una persona.  El 52% de la gran propiedad rural está en manos del 1,15% concentración que se presenta con mayor rigor en  Antioquia, Caquetá, Putumayo, Chocó, Risaralda y Norte de Santander.

La debilidad institucional en el tema agrario no ha facilitado la disminución del conflicto. Según la publicación “La desoladora geografía del campo” de 2011 en La Silla Vacía, una encuesta realizada en 2009 por Midas, programa de la AID para el desarrollo agrario en Colombia, en un periodo de tres años no recibieron asistencia técnica 44,7% de los pequeños productores del campo. Dicho periodo, según el medio de comunicación, coincide con la gestión del Programa Agro Ingreso Seguro, donde se destinó mayor cantidad de recursos para el campo.

El conflicto ha desplazado a más de 3,5 millones de personas, según el Alto comisionado de la ONU para los refugiados y 662,469 hectáreas son reclamadas por campesinos denunciantes de la coacción de las Farc en sus territorios, según el Ministerio de Agricultura. Pero aparte de las cifras, el panorama cultural deja en evidencia las concepciones de la tierra y los campesinos por los mismos colombianos.

Se ha planteado una visión de desarrollo más cercana a lo urbano que a lo rural, visión que ha puesto en el nivel más bajo del escalafón productivo y social al campesino, quien vive del campo. Se ha privilegiado el conocimiento científico producido en las aulas de clase y se ha invalidado el conocimiento empírico de la tierra, la experiencia.

Sin más salida al conflicto, no sólo causado por las Farc sino por demás actores violentos como los grupos paramilitares. Los pobladores de las zonas rurales se desplazan y dejan en su lugar de origen la riqueza de sus conocimientos.

Precaria estructura rural


Fotografía tomada de Prensarural.org
“La preservación del orden social rural, con todas sus inequidades y ataduras al desarrollo, se fundamenta en: (a) una estructura de la tenencia de la tierra convertida en un inamovible para la política pública, (b) una jerarquización social que coarta la movilidad de las personas en la estructura de la sociedad, y (c) una hegemonía política tradicional que restringe las elecciones libres, limpias y competitivas y que no hace un reconocimiento político del campesinado”, (Informe de Desarrollo Humano (PNUD) de 2011: Colombia rural, razones para la esperanza).

El modelo de desarrollo rural en Colombia no ha sido acertado en cuanto a oportunidades económicas y en cuanto a solución del conflicto. El Informe de Desarrollo arroja que este no promueve el desarrollo humano, hace más vulnerable a la población campesina, es inequitativo,  acentúa la vulnerabilidad de los municipios más rurales en relación con los más urbanos, y no permite que se genere la convergencia entre lo rural y lo urbano. Además, no es sostenible ambientalmente, es poco democrático y no permite construir una institucionalidad rural sólida.

Según un artículo publicado por la agencia BBC Mundo sobre los cinco puntos de negociación,  “mientras que el actual gobierno apuesta por un modelo agroindustrial que permita aprovechar las oportunidades generadas por los tratados de libre comercio, la guerrilla reclama redistribución de la tierra y apoyo para el campesinado”.

La poca presencia del Estado en el ordenamiento del uso del territorio no deja vuelta atrás. Este debe regular los asentamientos humanos, emprender programas de desarrollo rural que ayuden a estabilizar las sociedades campesinas, que por falta de conocimiento previo y por supervivencia se extienden sin control más allá de la frontera agropecuaria.

La labor del mercado y del Estado no ha favorecido el sector rural. Al que se suman factores como la falta de atención en el papel de la ciencia y la tecnología y, ya mencionado antes, el desprecio por la capacidad productiva y social de la población campesina.

En la tierra han confluido las grandes debilidades políticas, económicas y culturales del país, lo que ha contribuido a una fuerte degradación del conflicto armado y el posicionamiento del narcotráfico que trae consigo problemas mayores de corrupción y crimen.


Proceso de paz, oportunidades para la tierra


El sector rural requiere de una política de desarrollo que si bien pueda expandirse con los tratados internacionales como el TLC, de garantías alternativas a los campesinos y sus proyectos. Los campesinos demandan un mayor apoyo y atención del Estado antes que a los grandes mercaderes.

El proceso de paz actual podría inclinar al gobierno a tomar decisiones más pacificadoras que provocadoras, al conflicto. Teniendo en cuenta que la superficie continental de Colombia es de 114.17 millones de hectáreas, el  50.91 millones (44.6%) de hectáreas son utilizadas en el sector agropecuario. Para actividades agrícolas sólo se usa el 4.9 millones de hectáreas, el país tiene cerca de 21.5 millones de hectáreas que se pueden dedicar a la agricultura.

Además, uno de los puntos que la guerrilla siempre ha discutido es el tema rural, desde su existencia, la guerrilla se han enfocado significativamente en la tenencia y el uso de las tierras.
Fotografía tomada de Lafm.com

Según cita el Universal.com en una publicación reciente al director del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), Camilo González, “las Farc buscan avanzar lo máximo que puedan en una línea de reforma agraria y de estructuración de activos en el campo y de favorecimiento a la población campesina. El Gobierno, por su parte, no quiere ver afectadas la locomotora agraria de los macroproyectos agroindustriales, que son el eje de una política de productividad y exportación”.

Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el proyecto de ley del Estatuto de Desarrollo Rural, serán los asuntos principales que posiblemente se discutirán en las negociaciones. Este último propone para el tema rural, una legislación y una inversión más alta, para generar productividad  en beneficio de los campesinos. También darle solución al problema de la distribución y propiedad de la tierra y promover un programa de desarrollo agrario equitativo (Desarrollo Rural con Equidad -DRE) con el fin de ofrecer  asistencia técnica y financiera a pequeños y medianos productores.

En este contexto se tratará, según el Universal, “la gratuidad de la tierra para los campesinos,
manteniendo el derecho a la extinción de dominio de tierras inexplotadas o explotadas con vulneraciones al medio ambiente, con el propósito de democratizar el acceso a la tierra”.

En el marco de los diálogos de seguro será relevante también la disposición de tierras productivas a mujeres campesinas cabeza de hogar en su condición de abandonadas o viudas. Así como las víctimas de desplazamiento forzado y profesionales del sector agrario que puedan compartir sus conocimientos en pro del desarrollo rural.

Finalmente, tendrán posible cabida temas financieros como el acceso a créditos, subsidios de vivienda y absolución de deudas.Temas sociales que incluye la educación campesina.

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